
Aquellos que hayáis pasado por la desintoxicación y posterior rehabilitación, sabréis que durante esos meses se sueña mucho con la droga. Yo solía soñar que bebía olvidando que estaba en tratamiento. Y cuando de pronto recordaba que estaba rehabilitándome (esto lo vivía en el sueño) me quería morir. Al despertarme de esas pesadillas siempre me encontraba empapado en sudor y me llevaba varios minutos ser consciente de que había sido un simple sueño. Entonces el alivio era enorme. Quizá a los exfumadores que estéis leyendo os suene la historia.
Pues bien, hace unos meses salió un estudio en el que los investigadores se propusieron analizar las particularidades de este tipo de sueños, además del perfil de los individuos que los padecían, con el objetivo de poder anticipar las distintas fases por las que iba a pasar el paciente durante su rehabilitación. Parece ciencia ficción ¿verdad?
¿Qué hicieron?
John F. Kellya y M. Claire Greeneb, ambos científicos en el Recovery Research Institute, Center for Addiction Medicine del Hospital de Massachussets, analizaron la prevalencia de los sueños durante la rehabilitación, la correlación que presentaban con el perfil concreto del paciente y, finalmente, en qué medida y momento estos sueños iban desapareciendo. Un detalle a tener en cuenta es que solo analizarían aquellos sueños en los que el individuo experimentaba el remordimiento por haber recaído. Justo lo que me pasaba a mí.
¿Cómo lo hicieron?
Los autores sugieren que durante el sueño REM se produce una recodificación y reorganización de la memoria, que a su vez implica un descenso del condicionamiento que presenta el adicto a nivel psicobiológico. Es decir, que el paciente puede que esté recodificando sus memorias de aprendizaje y los procesos automatizados relacionados con el alcohol y el resto de drogas. Y que de esa manera, las asociaciones que tiene integradas de forma inconsciente (un lugar donde consumía y la sustancia, un amigo y la sustancia, un hecho traumático y la sustancia, etc.) se separen.
Bajo esta premisa, los autores tomaron una muestra de 2002 individuos, todos ellos en rehabilitación, y se propusieron examinar las siguientes variables: 1) la prevalencia de los sueños donde se producía la recaída, 2) el perfil de las personas que padecían los sueños (atendiendo a correlatos demográficos y clínicos), 3) el ritmo en el que los sueños iban reduciéndose hasta desaparecer. Para ello, realizaron una encuesta donde se valoraron temas como la periodicidad de los sueños, el tipo de consumo, las sustancias consumidas, el método con el que se llevó a cabo la rehabilitación (Alcohólicos Anónimos, Narcóticos Anónimos, etc.).
¿Qué resultados obtuvieron?
Un tercio de la muestra afirmó haber tenido sueños de consumo en los que recaía. Analizando su correlato clínico, los investigadores observaron que precisamente eran los individuos con antecedentes de consumo más graves y conflictivos. Además de haber consumido una enorme variedad de drogas, presentaban varios intentos de rehabilitación a lo largo de sus vidas. También pudieron comprobar que, tal y como anticiparon, la frecuencia de los sueños se iba reduciendo a medida que avanzaban en su recuperación.
Asimismo, no observaron que hubiera relación entre los sueños y el riesgo de volver a consumir, sino más bien al contrario: aquellas personas que soñaban que recaían y se despertaban con angustia, culpa y malestar, presentaban menor prevalencia de recaída. El estudio en general aporta poca información útil para su aplicación en clínica, no obstante abre algunas líneas de investigación interesantes de cara a la variabilidad en la frecuencia, topografía y contenido de los sueños y cómo esas características se relacionan con la estandarización de los patrones de sueño en la fase REM.
Sería magnífico que los sueños pudieran darnos pistas sobre el tipo de rehabilitación que hará el paciente, o incluso que pudieran servirnos para eliminar de forma controlada los patrones de consumo condicionados, pero como veis no hay varitas mágicas en la ciencia. Todo requiere de mucho tiempo y los relojes, cuando se trata de investigación, van muy lentos. Nunca os fiéis de soluciones milagrosas ni de titulares espectaculares anunciando la panacea. Lo verdaderamente asombroso es el esfuerzo que hacen estos pequeños grupos de investigación que, de forma creativa, abren nuevas líneas cuyo futuro pueden ser verdaderas revoluciones clínicas.
–
Si queréis disfrutar de los detalles de la investigación, aquí tenéis el artículo original:
Kelly J.F., Greene M.C. (2018). The reality of drinking and drug using dreams: A study of the prevalence, predictors, and decay with time in recovery in a national sample of U.S. adults. Journal Of Substance Abuse Treatment, 2019; 96:12 DOI: 10.1016/j.jsat.2018.10.005
–
Imagen: Lisa Congdon