Hace unos días, Pilar volvió a dar un taller para todas esas personas que nos acompañan cada semana en los grupos de autoayuda que dirige mi madre. Esta vez la dinámica se propuso a partir del kintsugi, una técnica de origen japonés con la que se arreglan fracturas que se producen en la cerámica, con barniz de resina mezclado con polvo de oro, plata o platino. La idea es evidenciar el lugar en el que hubo esa fractura e integrarla en la propia historia del objeto. La actividad sirvió como analogía de los sucesos traumáticos que conforman nuestra propia vida.

Desgraciadamente, una vez más, a mí me pilló fuera así que les pedí a los participantes en el taller que me mandaran sus impresiones por escrito. Ahora mismo escribo desde una cafetería a la que he tenido que huir para poder trabajar (¡mis sobrinos están como locos en estas fechas!) y aquí ando, leyéndoos y secándome la lagrimilla con la servilleta del café. Cada vez es más difícil para mí transmitir en este espacio lo que compartís, lo que os dais los unos a los otros. Por eso opto por incorporar cada uno de vuestros testimonios tal y como me los habéis enviado, vuestras palabras emocionan. Gracias y un abrazo gigante para estos días.

«A veces nos “cegamos” cuando vemos que algo se ha roto y pensamos que nunca más será como antes. En este taller me he dado cuenta de que quizá si lo reparamos puede quedar incluso mejor que antes. En un primer momento, cuando he visto las piezas de mi tazón rotas, he intentado pegarlas sin mirar mucho nada más, mi prioridad era que aquello empezara a tener la forma que tenía antes, pero cuando me dado cuenta de que no iba por buen camino, de que las piezas no encajaban, he parado un momento para pensar cómo era realmente aquello que tenía que recomponer.

En mi vida muchas veces me pasa lo mismo: quiero solucionar el problema rápido cuando lo que necesito realmente es parar un momento, pensar, observar y valorar por dónde tengo que empezar. Primero colocar la pieza correcta y luego seguir.

Con un solo golpe se rompen muchas piezas y algunas porciones son tan pequeñas que nunca más se podrán volver a colocar donde estaban y dejarán un vacío. Pero está en tu mano rellenar ese vacío, en este caso con un hilo dorado que te ayudará a recordar que allí estuvo una pieza importante y que en su momento brilló.

Ver mi tazón, antes blanco y ahora con una línea dorada, me ayudó a entender que no podemos ni debemos borrar todo lo malo que nos pasa porque es precisamente eso lo que nos hará crecer. Y que, si podemos, lo tenemos que “decorar” con oro para recordar que allí, aunque hoy nos duela, en su momento hubo algo bonito y necesario para ser lo que somos hoy». Anna

«Para mí ha sido una experiencia de gran ayuda para poder ver las cosas de otra manera y afrontar situaciones de la vida cotidiana. Ha sido un placer haber vivido tantas experiencias y emociones. Me llegó un pedacito de cada uno de mis compañeros. Gracias por esta oportunidad». Eva

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«Nos dimos cuenta de lo beneficioso que es interactuar en grupo por el intercambio de experiencias que supone. Por otra parte vimos que la reparación de un problema, aunque en un principio parezca fácil, no se acaba hasta que la última pieza está en su sitio. Y, aunque nos queden cicatrices, por ellas entrará la luz». Laura

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«¡¡¡Una gran experiencia!!! ¡Un sentimiento muy especial que no puedo plasmar en pocas líneas! ¡¡¡Muchísimas gracias a todos/as por una mañana extraordinaria!!! ¡Os queremos muchísimo!». Mercè

«La elección de la pieza, esa fue mi primera lección. Para el taller elegí el plato más corriente y con menos uso de la casa. No sabía lo que iba a hacer con él y se produjo el primer paralelismo con mi vida: MI BAJA AUTOESTIMA. Resulta que escogí el primer plato de una vajilla de treinta piezas baratas que compramos para no usar platos de plástico en las barbacoas.

Llega el momento de romper el plato, un golpe seco y… ¡zas! Mi vida en mil pedazos… (quizá este sí era mi plato). Bien, no pasa nada, respiro hondo y ¡a por ello!
 Empiezo a reparar mi plato, incluso las pequeñas fisuras imperceptibles que se han roto en más pedazos. No pasa nada, más piezas a unir…

Todavía no he acabado de arreglar mi plato, es algo que me tomará tiempo y paciencia. Me gusta dedicarle un ratito e ir encajando nuevas piezas.
Pero sé que no quedará como antes (siguen los paralelismos), hay alguna pieza que nunca podré recuperar y hay una pieza que no encaja y que tengo que dejar a un lado. Sé perfectamente el espacio que ocupa, pero no encaja, requiere de un pulido especial. No la voy a desechar porque sigue siendo una pieza de mi plato, pero debe quedar a un lado, con la esperanza de que algún día se puedan pulir las aristas y encaje en su lugar.

Me ha encantado el taller, en la introspección en uno mismo siempre salen cosas. Me sorprendió que a la hora de compartir los demás compañeros se refirieran siempre al adicto en recuperación. Para mí el aprendizaje fue mucho más allá, el adicto en recuperación es una pieza más de mi plato pero no es mi plato, ni el causante de su rotura. Mi plato ya estaba roto.

A Rubén le agradezco el haberme traído a Hipócrates y hacer que mi plato salga del armario siendo un simple objeto sin valor y permitirle estallar en mil pedazos para convertirse en el plato que merece el rincón más especial de mi hogar. Y a ti, María, por darme la luz que me ayuda a unir todas mis piezas, las que encajan, las que no encajan y las que ya no están. ¡Gracias!». Sira

«Este taller nos hizo pensar en que la vida te regala oportunidades, que las tienes que saber aprovechar y vivirlas dignamente. Que hay que seguir buscando una solución al problema, aun estando rota, si no te rindes algo saldrá que te reforzará. Y que, aunque el resultado sea diferente, te aportará nuevas ilusiones y luz en tu corazón. Como nuestro bol que esta de camino a ser un cuadro con historia». Rosa Mari y Ángel

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«Participé en esta terapia con total desconocimiento pero animada por compañeros que habían participado en otras. No encuentro las palabras adecuadas para transmitir la emoción que sentí durante toda la mañana. De una forma totalmente lúdica y relajada, afloraron emociones que estaban latentes. Algo que me sorprendió mucho fue la conexión que llegamos a alcanzar entre todos los participantes. Gracias por este regalo». Paqui.

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«Después de otra gran oportunidad que te da la Vida y de superar dificultades, creces, eres Feliz, luchas, te esfuerzas y consigues objetivos.

De repente… ves que tu vida ya no sonríe, que se vuelve gris… que todo se rompe… Intentas estar ahí… no consigues ver el final de esa oscuridad, nada sirve…

Es ahora cuando conseguimos recomponer los trocitos y ver que saldremos más fuertes y mejores de lo que éramos». Marlén

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«Mi sensación fue de bienestar, Pilar me transmite comprensión, paz y tranquilidad. En cuanto al grupo de Hipócrates, os diré que me siento arropada por unas personas que han entrado a formar parte de mi vida y que, por haber vivido circunstancias parecidas a las mías, ya las siento como de la familia. Más unida quizás que con la familia biológica, ya que no pueden, aunque quieran, entendernos.

Mi frase del día del taller fue: “Estoy agradecida a la vida porque la enfermedad de mi hijo me ha dado la oportunidad de conocer gente tan extraordinaria y dispuesta a ayudar a los demás. Yo antes desconocía que existieran tan buenas personas. Lo digo muy sinceramente”. Gracias María, gracias Gonzalo y gracias Oihan, por la labor que estáis haciendo». Gloria

«Simbolizar la red de las personas unidas ante el mismo sufrimiento me dio fuerzas. Sentir que me había roto, que mi familia se había roto, y a través del kintsugi podía hacer hermoso un objeto lo mismo que mi vida, me devolvió la ilusión. Nunca seré la misma persona, pero quiero que esta experiencia me sirva para mejorar. Gracias, María, por cuidar de nuestras familias desinteresadamente y permitir que vivamos esta experiencia con Eva tan llena de emociones». Esther

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«Me pareció algo increíble que pudiera sentir tanto, en poco tiempo pasar de la lágrima a la risa y ver que todo se remueve… Con una canción, con una pieza destrozada y poder ver que tengo suelo donde pisar para salir adelante. Gracias». Minerva

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«El taller de Arteterapia de Pilar Orgillés organizado por la Fundación María Aranzadi fue un regalo de la vida y una experiencia que no me dejó indiferente. Me sentí acompañada, cómoda, en confianza, en paz y esperanzada. El taller me permitió hacer una parada en un mundo que va más rápido de lo que yo quisiera, un espacio para ver, escuchar, compartir, sentir… y, de una forma muy gráfica, visualizar y entender un poco más mi pasado, presente y futuro.

Aprendí que cuando las adversidades nos superan nos sentimos rotos, pero que, conservando la calma, con paciencia e ilusión podemos reconstruirnos. El proceso de transformación nos dejará cicatrices que formarán parte de nuestra historia y nos definirán como personas. Aprender a valorar nuestras imperfecciones nos aportará serenidad, nos hará crecer y ayudará a sanar. No se trata de sobrevivir, se trata de salir renovados. Rotos, reconstruidos y nuevos.

Me siento agradecida con todos mis compañeros y compañeras que asistieron al taller, muchos de ellos compañeros y compañeras de otras terapias, compartir lo más íntimo de uno mismo no es fácil, les admiro a todos. Agradecida con Pilar por su profesionalidad, sensibilidad y saber hacer, y sobretodo, agradecida con María, su persona y dedicación me tiene fascinada y enamorada.

Sois bellas cicatrices de oro en mi proceso de transformación, afortunada de teneros». Rut

«El taller de Arteterapia fue muy profundo, intenso y a su vez muy gratificante. La sensación al llegar es de que no estás convencido o de que esto no va contigo, pero una vez empiezas ves que es la mejor elección que podías hacer.

Estuve muy cómoda con tod@s y fue un dar y recibir de personas con las que te sentías en sintonía. El taller fue como una metáfora del proceso por el que estamos pasando todos:

Ves que la vida va pasando, haciendo lo que aparentemente es funcional en la sociedad y ves que todo va bien, con problemas habituales que no van más allá. De repente todo se tuerce, ves que las cosas no van bien y cada miembro de la familia lo pasa a su manera, pero con dolor y sin entender muy bien lo que está ocurriendo. Entonces ves una luz, como una rendija que se abre y empiezas a tener ilusión otra vez por poca que sea: el tratamiento. Pruebas a encajar las piezas y restablecer las relaciones, entender, perdonar o reparar y a veces te equivocas, pero lo vuelves a intentar porque tienes gente al lado que te acompaña, gente que te entiende porque ha vivido lo mismo que tú. Al final todo se arreglará, con muchas heridas que se quedarán pero que se transformarán en aprendizaje.

Fue un taller muy bonito porque a través de la reconstrucción de un bol de cerámica pudimos sentir este procedimiento». M.S.Q

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4 comentarios

  • Pilar Orgillés

    Gracias a todas y a todos por vuestra participación comprometida. Fue un gusto veros trabajar. Hubo momentos en los que se me puso la piel de gallina; hacía tiempo que no vivía esa sensación en un taller. Como vosotros crecí un poco más.
    Agradecer a Maria que cuente conmigo para estas propuestas y a Oihan por sus escritos sobre los talleres en los que describe siempre con profundidad la esencia del trabajo.
    Un abrazo !

    Pilar Orgillés
    arteterapeuta

  • Lina

    Gracias por compartir, y describir con tanta claridad el sentido de la vida, ese es el camino, a cada paso se puede romper las preciadas
    vaccijas de nuestra vida, pero hay q recomponer, unir, y transformarlas, seguramente q su aspecto no será el mismo, pero con paciencia, y mucho amor surgirá una pieza q colocaremos en el mejor lugar, nuestro corazón.

  • Desiree Bujanda

    Qué hermosa analogía. La comparto desde la distancia. Así es la vida en adicción, se rompe, se fractura pero con tratamiento tanto el adicto como el coadicto logramos pegar las piezas y valorar aun mas la nueva. Me encanta porque es la analogía de la portada de mi libro, a pesar de la fractura hay un renacer con mucho aprendizaje, orgullo y sobretodo amor con desapego, amor libre. Espero poder visitarles algún día. Un abrazo afectuoso.

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